Namasté! Soy Anna
¿Quieres conocerme un poco mejor?
Me encanta explorar lugares con culturas diversas, y mis amigos son mi familia. Disfruto cocinando, pero aún más comiendo.
Soy muy disfrutona y podria decirse que aprecio y disfruto mucho de las pequeñas cosas.
La playa y el mar son mi refugio, especialmente al atardecer en una isla.
Soy empática, curiosa y paciente, y valoro profundamente lo que tengo en la vida.
Namasté! Soy Anna
¿Quieres conocerme un poco mejor?
Me encanta explorar lugares con culturas diversas, y mis amigos son mi familia. Disfruto cocinando, pero aún más comiendo.
Soy muy disfrutona y podria decirse que aprecio y disfruto mucho de las pequeñas cosas.
La playa y el mar son mi refugio, especialmente al atardecer en una isla.
Soy empática, curiosa y paciente, y valoro profundamente lo que tengo en la vida.
Mi historia con el yoga
Hice mi primera clase «oficial» de yoga en 2018. Aunque, a través de meditaciones guiadas y ejercicios de respiración y consciencia corporal, hacía ya un tiempo que practicaba yoga, sin saberlo.
No me gustó nada y no volví.
Al poco, conocí a Mariate. Ella practicaba yoga, y junto con Sonia hacían acroyoga e invertidas.
Gracias a ellas estás leyendo esto (amigas, siempre os estaré agradecida ♡).
Yo no hacía nada de eso porque simplemente «no puedo, yo no sirvo». Pero las miraba y pensaba «ojalá poder, me encantaría saber hacer eso con mi cuerpo». Asumía, sin plantearme nada más, que no podía hacerlo. De pequeña nunca había, ni siquiera, intentado hacer la rueda en el parque o en la playa. Jamás había estado cabeza abajo, me daba un miedo terrible.
Fue en 2019, con un cojín en el suelo junto a un trocito de pared de mi apartamento en Ámsterdam, cuando Mariate me dijo que hoy era el día y que lo iba a intentar. Con su ayuda lo intenté, una y otra vez hasta que salió. Fue 1 segundo, con miedo, sin control alguno y sin consciencia corporal; pero ese segundo.
Vi todo del revés por primera vez en mi vida. Fui capaz de hacer lo que me había impuesto inconscientemente que no sería capaz jamás. Lo que me daba pánico, ahora me generaba mucha curiosidad e interés y quería más. Cabeza abajo sentía que mi cuerpo era otro, y quería conocerlo. Cambió el miedo y los «no puedo» por la curiosidad y los «lo hice».
Un poco más tarde, en 2020, encerrada por la pandemia, no dejé de practicar, leer y aprender. Quería saber más de ese mundo que me había hecho capaz de vencer miedos y había puesto todo patas arriba (literal y figuradamente). Así fue como a final de año empecé mi primera formación de 200h en Vinyasa Yoga. Ahí cambió todo.
Me enamoré profundamente del yoga. Me conocí y escuché más que nunca, encontré muchas respuestas que no encontraba en tiempo y sentí el poder transformador de este estilo de vida. Me empoderé.
Empecé a dar clases a amigos y conocidos en tierras holandesas hasta que volví a España.
Volví a Barcelona en 2023 con mucha sed de aprender más y mejorar como profesora. Hice la formación de Módulos de perfeccionamiento para profesores de yoga (50h – Mandiram Escuela de Yoga) y continué con Biomécanica y Yoga Terapéutico (40h – LightHouse Yoga).
A día de hoy doy clases de yoga grupales y privadas en Barcelona y alrededores, y también online.
Además, en mayo de 2024 ha visto la luz un proyecto precioso: YOGA+PIANO. En el que creamos sesiones que reúnen asana, pranayama y meditación al ritmo de las notas de un piano en directo. La práctica la imparto yo, y la magia del piano es cosa de Mariate (y si has leído todo el texto, te podrás imaginar lo especial y redondo que es este proyecto para nosotras).
Desde mi primera formación he dado clases con la intención de transmitir a mis alumnos lo más valioso que me ha dado a mí el yoga: cultivar el autoconocimiento e integrar lo aprendido en la esterilla, fuera de ella.
Namasté